Los vecinos

Los vecinos
Aquí estamos los vecinos del edificio. Ilustración: Axel de la Rosa

lunes, 10 de marzo de 2014

EL SECRETO
(abril 2013)
Úrsula y Brígida regresaron al edificio el pasado lunes, horas después de celebrarse las polémicas elecciones de Venezuela. No vinieron solas. Al final, y contra todo pronóstico, decidieron traerse a su hermano Terencio, que se encuentra un poco delicado de salud pero que, por lo que hemos podido comprobar en pocos días, tiene el mismo rejo que las hermanísimas. Vamos, la guinda que le faltaba al pastel. Mientras, Carmela se ha obsesionado con la operación bikini y se pasa el día subiendo y bajando las escaleras porque dice que así va perdiendo gramos y, de paso, se entera de algunos rumores. Los últimos ya están engordando la preocupación de los vecinos. Al parecer, el tal Terencio tiene una fortuna inmensa, tanto que podría comprar el edificio con todos nosotros dentro si quisiera.
Creemos que los contactos para iniciar la posible compra están en marcha porque el jueves don Justo, el hermano del propietario, subió a tomar café a casa de Úrsula, Brígida y el futurible. Al menos eso es lo que pudo ver Carmela, que se encontraba afanada en la limpieza a fondo del pasamano de la escalera y se percató de la maniobra. Pero por lo que sé, la operación no será nada fácil. Úrsula -que siempre lo cuenta todo- le confesó al taxista que si se materializa la compra del edificio se producirá un conflicto político “muy grave”. Realmente, no entendí bien el porqué de ese comentario porque es su hermano quien lo compraría y, en definitiva, todo quedaría en la familia. Digo yo ¿no? Pero como aquí no damos abasto con las informaciones, ayer mismo me enteré por fin de qué era lo que realmente había querido decir con lo del “conflicto político”. Úrsula le confesó a la Padilla que ella es chavista pero que tiene engañados a sus hermanos, que adoran a Capriles. De hecho, en este viaje, mientras Brígida cuidaba de Terencio, ella salió a repartir pegatinas de Maduro. “Si mi hermano Terencio compra el edificio le cambiará el nombre y le pondrá Henrique Capriles. Lo conozco bien y eso es lo que hará”, le comentó aterrada a Carmela que escuchaba la conversación entre Úrsula y la Padilla, mientras disimulaba relimpiando el descansillo de la escalera.

Lo que está claro es que en este edificio no tenemos ni un segundo de respiro. Y me da que en las próximas semanas se va a producir un cisma familiar porque o bien Carmela o bien la Padilla le irán con el cuento a Brígida que no tardará nada en decírselo a Terencio, lo que acelerará la compra del edificio y el cambio de nombre.

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