Los vecinos

Los vecinos
Aquí estamos los vecinos del edificio. Ilustración: Axel de la Rosa

lunes, 10 de marzo de 2014

UN TAXI EN MI EDIFICIO
(octubre 2012)
Mi vecino lleva más de cuarenta años en el taxi. No es que todos esos años los haya pasado dentro del vehículo. No es eso. Lo que quiero decir es que lleva tanto tiempo como taxista que -salvo por el hecho de que le caería una multa y perdería unos cuantos puntos- es capaz de conducir el coche con los ojos cerrados a cualquier destino. Está tan obsesionado con su trabajo, que este verano intentó convencer a todo el edificio de que colocásemos un dispositivo en el ascensor para que al pulsar el botón de llamada se escuchase por megafonía en todos los pisos: “unidades libres o próximas a quedarse libre”. Por fortuna, Úrsula, la presidenta de la comunidad se negó en rotundo, alegando que si solo había un ascensor era absurdo pedir unidades libres, así que lo único que aceptó poner fue una luz roja que se enciende cuando va ocupado y cambia a verde cuando queda libre.
El mayor peligro es que, desde hace unas semanas, a la presidenta le está rondando la idea de poner un taxímetro dentro del aparato porque dice que hay vecinos que abusan del ascensor y su mantenimiento supone un gasto que, con las cuotas actuales, es imposible acometer. No se, pero me da a mi que la idea saldrá adelante por decreto ley.
Estoy segura de que la cosa no se va a quedar ahí solo. La otra tarde cuando bajaba por las escaleras para ir al súper, escuché a Úrsula y a mi vecino comentando que la bajada de bandera no sería un problema porque se podría establecer en 1,50 euros (una cantidad asequible para todos los inquilinos, dijo ella) y que el precio final quedaría en función del piso de destino.
La obsesión de mi vecino va en aumento. Hace solo dos noches, cuando salí a tirar la basura me lo encontré tomando medidas y le pregunté qué estaba haciendo. “Estoy pensando que sería más seguro poner un par de cinturones para el trayecto. En este edificio hay muchos niños”, me contestó. Me quedé tan impactada que lo único que pude hacer fue darle las buenas noches y regresar a casa después de tirar la bolsa de basura. Al día siguiente ya había instalado dos pares de cinturones y una sillita de bebé.
No se cuál será su próxima idea brillante pero me temo lo peor. Hace días que lo veo en conversaciones con el portero del edificio de enfrente y, por lo que he podido averiguar, están pensando en habilitar una parada de ascensores justo delante de la puerta del portal.

La situación me tiene tan confundida que ayer tenía que ir a La Laguna pero se me hizo tarde, así que decidí coger un taxi. Me subí, saludé y cuando me preguntó que a dónde iba le dije que al tercero izquierda.

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