Los vecinos

Los vecinos
Aquí estamos los vecinos del edificio. Ilustración: Axel de la Rosa

lunes, 10 de marzo de 2014

INSPECCIÓN OCULAR
(febrero 2013)
Han mandado a hacer una inspección al edificio. No tenemos muy claro por qué, ni quién ha dado la orden pero lo cierto es que hace dos días apareció por aquí un inspector que estuvo haciendo un par de preguntas. Carmela fue la primera que se lo encontró cuando salió a tirar el cubo de agua a la calle. Sin identificarse, el hombre le preguntó qué hacía -yo supongo que lo hizo con el tono de “¿qué hace insensata?”- pero ella, que es tan inocente, le respondió con voz cándida que estaba tirando el agua sucia de las escaleras. ¡Señor! El tipo no le comentó nada pero anotó algo en una libreta amarilla de hojas arrugadas, donde también transcribió parte de su conversación con Francisco José, el botones. Otro, igual de insensato. El inspector se interesó por saber cuál era su trabajo en el edificio y él le aclaró que subir y bajar en el ascensor. “¿Y tiene el carné de manipulador de aparatos?”, le preguntó. A esto, Francisco José no le supo responder.
Dos horas más tarde, el hombre de la libreta seguía merodeando por el edificio y alguien avisó a Úrsula, que decidió enviar a su hermana como avanzadilla a enterarse de quién era. Brígida bajó al portal y allí lo vio mirando al techo, o más bien a los cables sueltos que hace cinco años dejaron colgando los de la compañía eléctrica. La hermanísima se presentó y le preguntó en qué podía ayudarle. El se identificó como Chinea, inspector inmobiliario. A Brígida casi le da algo pensando que estaba allí por algún soplo de la competencia. Según la Padilla, el presidente del edificio de la calle de al lado nos tiene envidia y está haciendo de todo para que bajemos puntos. Por favor, ni que esto fuera la Bolsa.
Total que, ya por la tarde, Úrsula le invitó a tomar café a su piso y el hombre -que llevaba todo el día merodeando por allí, escuchando, mirando y tomando nota- no se negó. Lejos de marcharse a su casa, el inspector hizo noche en el edificio. Francisco José le habilitó el cuartito de los contadores porque, después de todo el día con él, le había cogido cariño y le daba un nosequé dejarlo dormir en el frío del portal. “Al menos aquí estará calentito”, le dijo. A la mañana siguiente, Úrsula le bajó un café con leche y un sobao pasiego y le invitó a darse una ducha antes de que prosiguiera con su trabajo.

Bernardo, el taxista se enfadó por tanta amabilidad que la presidenta le estaba dispensando al inspector. Yo creo que lo que le pasa es que está celoso pero eso son solo suposiciones. El caso es que la Padilla convocó una reunión urgente porque piensa que Chinea nos está sacando información para luego sablearnos con una multa de aquí te espero. El tesorero también habló y soltó una auténtica bomba. Dijo que en este edificio no todo es legal pero, al término de su intervención, no permitió que le hiciéramos preguntas.

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