Los vecinos

Los vecinos
Aquí estamos los vecinos del edificio. Ilustración: Axel de la Rosa

lunes, 10 de marzo de 2014

MÁS QUE FUMATA, FUEGO
(marzo 2013)
El edificio ya no tiene comunidad. Tiene un propietario, vecinos en alquiler, un botones, una señora que limpia la escalera, dos hermanas desquiciadas que se resisten a aceptar que ya no son presidentas y miles de posibilidades de que se declare una batalla inmobiliaria. De momento, desconozco cómo se irán desarrollando los acontecimientos y qué pasará cuando haya que tomar alguna decisión importante que nos afecte a todos.
Por ejemplo, ¿qué ocurrirá ahora con Francisco José que, actualmente, trabaja como pulsador de los botones del ascensor por un empeño unipersonal de Úrsula que -a su manera- quería fomentar el empleo joven? Por si acaso y, como no tiene seguro de vida y, creemos que tampoco contrato, Bernardo el taxista le ha recomendado que no vuelva a manipular el aparato así que desde el lunes el chico se limita a servir de compañía y, cuando le piden subir o bajar a uno de los pisos, él señala de lejos el botón y el vecino o visitante se encarga de pulsarlo personalmente. Vamos, de auténtico guión de película del género absurdo. Lo de Carmela, la señora que limpia la escalera es otra historia. Ahora respira más tranquila y ha decidido dejar en el cuartito el dosificador de la lejía que tantos disgustos le dio.
En realidad, las hermanísimas eran las que siempre quisieron quitársela de encima, haciéndole la vida imposible. Don Prudencio, sin embargo, le tiene un afecto desmedido a la mujer que, según rumores malintencionados de la Padilla, responde a “ciertos intereses que nada tienen que ver con sus dotes de limpieza”. Otro de los rumores que corren por el edificio pero que va camino de convertirse en auténtico es que Úrsula y Brígida, desoyendo la decisión de la mayoría, que en la última reunión de la ya extinta comunidad aceptamos seguir en alquiler, están tramando la compra de su piso con lo que serían las únicas propietarias -junto con don Prudencio- y, por tanto, las que tendrían la posibilidad de volver a ser presidenta, una y presidenta consorte, la otra. Conociéndola, Úrsula obligaría a su hermana a que le diera su voto y, de esta forma, recuperaría el poder del edificio.

Sinceramente, creo que la actualidad informativa del día a día les está superando y mediatizando. De hecho, tras la elección del nuevo Papa, Úrsula ha enviado a su hermana a comprar una estufa desde donde saldrá la fumata blanca cuando sea elegida. ¡Dios mío! Estas acabarán quemándonos el edificio. Pero como esto se parece al camarote de los Hermanos Marx, ayer -tal y como estaba previsto- llegaron el hermano de don Prudencio y su esposa que se han instalado en el piso abandonado del extesorero. Han venido a controlar cómo está el patio y a vigilar que no se cometa ninguna barbaridad mientras el propietario atiende sus negocios en La Gomera. ¡Ay! cuando se enteren del cónclave que están organizando las hermanísimas. Más que fumata blanca, de aquí va a salir fuego.

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