Los vecinos

Los vecinos
Aquí estamos los vecinos del edificio. Ilustración: Axel de la Rosa

lunes, 16 de diciembre de 2019

 (Para quienes aun no han leído las historias de este edificio, les explico que doña Monsi es la presidenta de la comunidad. En este capítulo también salen los siguientes vecinos: la Padilla con su cerdo Cinco Jotas; las hermanísimas Brígida y Úrsula; el matrimonio formado por Alberto y María Victoria; Eisi, que estuvo en la cárcel; y Carmela, que se encarga de "limpiar" las escaleras. Ah, y yo que soy la que cuento las historias). 

El 16 de diciembre de 2020 fue un día muy importante para mí y para la comunidad de vecinos (creo) porque daba a conocer mi primer libro: El edificio de la esquina que recoge una parte de las historias publicadas en este blog y que fueron también publicadas en el periódico El Día. Fue una tarde muy especial, rodeada de familiares, amigos, compañeros y público que se acercaron, en un día lluvioso y ventoso, a acompañarme y escuchar cómo nació la idea. Gracias de corazón a cada uno de ustedes y gracias a Francisco Pomares, el editor (Ediciones Idea), a Jorge Espinel (compañero y presentador del libro) y a Axel de la Rosa (diseñador de la portada y de las ilustraciones que le dan vida y sentido a la historia). 






EL LIBRO

Cuando la mañana del lunes doña Monsi fue a entrar en el ascensor abrió la boca, dejó que el aire le llegase a las vísceras y lo regurgitó en un grito desgarrador que nos levantó a todos el estómago y a Eisi, de la cama. Al mismo tiempo, en el portal, Carmela trataba de arrinconar a la pelusa madre pero, al escuchar semejante chillido, dio un brinco y la bola polvorienta de dimensiones temerarias aprovechó para escapar por entre sus piernas arqueadas, lanzándose en caída libre escaleras abajo. 

- ¿Pero qué pasó?- preguntó la Padilla desde la puerta de su casa tratando de abrocharse una bata de color carne recién descongelada. 

- Es doña Monsi- confirmó Úrsula alongada como un jamón por el hueco de la escalera. 

- Rápido, Alberto, avisa a una ambulancia- apuró María Victoria a su marido, agitándolo como si fuera un bote de salsa de tomate espeso. 

- Peeeeroooo caaariñoooo, si no me sueeeltaaas no pueeedo cogeeer el teléeefonooo- trató de explicarle él. 

- A ver, señoras, un poco de calma. No se me disparaten tan temprano- templó Eisi que había salido al rellano en calzoncillos. 

- Imposible no hacerlo- suspiró Brígida mirándolo de arriba a... En realidad, mirando fijamente abajo, con lo que recibió tremendo codazo de su hermana en todo el costado. 

- ¡Céntrate! Indecente.

- Es lo que hago- se lamentó sin apenas aire por el golpe. 

En cuestión de segundos todos habíamos bajado ya al portal a ver qué era lo que había provocado aquel grito de la presidenta que apuntaba con el dedo índice al interior del ascensor.

- ¿Qué demonios es eso?

- ¡Qué asco! Una mosca aplastada- gritó María Victoria.

- ¡Lo de abajo, imbécil!- se enfadó doña Monsi. 

- Es la invitación para el acto de presentación de mi libro esta tarde- le expliqué. 

- ¿Tu libro? ¿Ese en el que hablas de nosotros?- dijo en un tonito que no presagiaba nada bueno.

- Sí- me limité a decir.

- ¡Detenla!- gritó la presidenta mirando a Eisi.

- ¿En calzoncillos?- preguntó él. 

- ¿Qué tiene que ver eso?

- Mucho- suspiró Brígida que se llevó otro codazo de su hermana. 

- Te daré doble paga extra- le engatusó doña Monsi al ver que Eisi se resistia a cumplir sus órdenes y, sin dudarlo, aquel hombre seducido por el dinero me agarró las muñecas y me las dobló hacia la espalda. 

- ¿Y ahora?- preguntó.

- Enciérrala en el ascensor.

- ¡Eh!- grité, tratando de zafarme de Eisi y, en uno de esos movimientos bruscos de cabeza, descubrí el escondite de la pelusa madre pero aquel no era el momento de avisar a Carmela. 

- ¿Puedo preguntar por qué la detiene?- se enfadó Brígida.

- Por calumnias e injurias- respondió la presidenta. 

- En realidad me refería a por qué la detiene a ella y no a mí- dijo guiñándole un ojo a Eisi y, seguidamente, recibió un tercer impacto en el costado. 

- ¿Es que todavía no se han dado cuenta de que la sucedánea de escritora esta se ríe de nosotras en ese panfletillo?

- Pues a Cinco Jotas y a mí nos gusta salir en su libro- interrumpió la Padilla que ahora cargaba al cerdo en brazos. 

- Y a mí. De hecho tengo hora para la peluquería y para la presentación me voy a poner unos leggins de piel de serpiente Anaconda Verde del Amazonas que aun no he estrenado. Alberto, ¿ya me los planchaste?- le preguntó a su marido que seguía agitado.

- Todavíaaaa noooo. 

-  Pues yo también me apunto. Dejo a las mellis con una amiga para poder seguir la marcha después. ¡Fiesta!- gritó Carmela dándole vueltas a la fregona. 

- ¡Quietos! Nadie va a salir de este edificio y menos a la presentación del panfleto ese. Eisi, tranca la puerta. 

Señora, no es por no hacerlo pero es que a mí también me gusta salir en ese libro. Ya me estoy visualizando rodeado de gente que me para por la calle para pedirme bolígrafos.

- Autógrafos- le corregí. 

-Enseguida te lo doy- me dijo con un gesto condescendiente. 

- Son todos unos falsos. Hagan lo que les de la gana. Si no les avergüenza salir en un folleto como ese, allá ustedes. Yo por mi parte ya he interpuesto una demanda y estoy en contacto con la Sexta Noche- advirtió doña Monsi. 

Dicho esto, la presidenta se giró sobre sí misma con tanta fuerza que volvió a quedarse como estaba. Lo intentó más despacio y esta vez solo giró 45 grados. Entró en el ascensor y se marchó farfullando.

Ya por la tarde, a punto de empezar la presentación del libro, busqué a mis vecinos pero ni rastro de ellos en la sala de la MAC. Me temí lo peor. 

Cuando por la noche regresé al edificio, el portal estaba lleno de focos y cámaras.

- Son los de la Sexta que han venido a hacer un reportaje sobre la demanda de doña Monsi por tu libro- se excusó Brígida que acababa de pedirle un autógrafo a Eisi. 

- Siento no haber ido- me comentó María Victoria con sus leggins apretados- Tuve que elegir porque en este programa me verá mucha más gente que en tu presentación. 

- Sí, en realidad, es una escritora del tres al cuarto- le escuché decir a Eisi mirando a cámara.

Subí cabizbaja las escaleras y, a mitad de camino, vi cómo la pelusa madre bajaba rodando. 

Estoy segura de que también quería salir en el reportaje.