Los vecinos

Los vecinos
Aquí estamos los vecinos del edificio. Ilustración: Axel de la Rosa

lunes, 10 de marzo de 2014

EL EDIFICIO DE ENFRENTE
(septiembre 2013)
La semana pasada adelanté que Juanpe, el marido de Chaxi y padre del bebé que viven de prestado en el primero izquierda, había conseguido trabajo como conserje en el edificio de enfrente. El propietario, don Enrique Mejuto González, que se llama igual que el que fuera árbitro de Primera División, lo contrató hasta final de año porque, según le dijo, quieren darle más prestancia al inmueble. La realidad es que desde hace unos meses han llegado nuevos vecinos a ese edificio -aunque más que nuevos son ricos- y eso está dando cierto refinamiento a la calle. Al menos eso es lo que opina Mejuto que no cabe en sí de gozo. Juanpe le contó a Bernardo que le pagan bastante bien y que, a lo mejor, también necesitan un chófer. Cuando Bernardo me lo contó le pregunté si cambiaría su taxi por un coche oficial y me dijo que todo depende de lo que le ofrezcan. Carmela, que ya se está empezando a cansar un poco de la tienda china, también ha hecho algunos intentos de ofrecer sus servicios como limpiadora de escaleras.
La Padilla se enteró de los movimientos y el miércoles convocó una reunión urgente en el portal para advertirnos de que cualquier otra marcha laboral al edificio de enfrente sería considerada como deserción y traería consecuencias muy graves. Cuando llevábamos más de media hora escuchando las amenazas de la presidenta, entró Juanpe, vestido con su uniforme de conserje, y la Padilla cerró la boca. Lo considera un traidor. Chaxi, su mujer se abalanzó sobre él para darle un beso y, sin despedirse, se marcharon a cenar. “Es que es la hora del biberón del niño”, dije para quitar hierro al asunto pero creo que lo estropeé más porque la Padilla me miró de tal manera que todavía hoy sigo con un dolor de cabeza que no se me va. 

A todas estas, las hermanísimas, que ya desistieron de cuidar al bebé, están otra vez aburridas y eso les da más ganas de fastidiar. “No nos puedes prohibir ir de visita al edificio de enfrente”, dijo Úrsula enfadada. La Padilla miró a su hijo Tito para que le apoyara pero, como siempre, éste se había quedado dormido. “¡Tito!”, le gritó. Ni se enteró porque, en ese mismo momento, tocaron a la puerta del edificio. Bernardo abrió y apareció el bigote de Mejuto y, después, el resto de su cara. “Disculpen señores pero ¿podrían bajar la voz? Mis vecinos están descansando y sus gritos no les dejan”, dijo intentando mostrar una sonrisa. Esto fue la gota que colmó el vaso. La Padilla le invitó, aunque yo creo que más bien le ordenó, a que se marchara de nuestro edificio. Desde entonces, las relaciones entre ambos se han roto. Al día siguiente, la presidenta bajó a hablar con Juanpe y le dijo que si seguía de conserje en el edificio “pijo ese” tendría que echarle del piso en el que lleva meses de prestado. Eligió marcharse y, desde el viernes, vive con Chaxi y el bebé en la portería del edificio de Mejuto.

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