Los vecinos

Los vecinos
Aquí estamos los vecinos del edificio. Ilustración: Axel de la Rosa

lunes, 10 de marzo de 2014

LA NUEVA PAREJA 
(mayo 2013)
Tenemos nuevo propietario pero también nueva pareja. Tanto bizcochón parriba y pabajo terminó con un idilio entre Terencio y la Padilla. Les ha dado tan fuerte que yo creo que ha sido más bien un virus. El caso es que aunque solo han pasado unos días ya se han puesto a vivir juntos. Obviamente, las reacciones al acontecimiento no se han hecho esperar y el edificio está divido. Por un lado, las familias respectivas y, por otro, el resto. Vamos, a los que ni nos va ni nos viene. Úrsula ha sido la primera en poner el grito en el cielo y montar en cólera contra esta decisión; no tanto por perder a su hermano como sus opciones a la presidencia de la comunidad.
El hijo de los Padilla también lo lleva fatal. No puede entender qué le ha podido pasar a su madre para enamorarse de un “tipo que solo tiene dinero”. Con la esperanza de que “tanta tontería” se le pase pronto, imprimió la foto de su difunto padre a color y en tamaño DIN-A3, le puso un marco y la colgó en la pared de entrada al edificio para ver si de esa forma se le ablandaba el corazón. Ni con esas. Cada vez que la Padilla entra de la calle se persigna hasta tres veces delante del retrato del que fuera su adorado esposo pero, con la misma, sube al piso de su nuevo enamorado y se le olvida todo. 
Bernardo, el taxista, que es un romántico empedernido está encantado con la historia y se ha ofrecido a llevar a la pareja de paseo por la ciudad o por donde haga falta y todo ello sin poner el taxímetro. Además, el otro día en la feria de flores y plantas de Santa Cruz compró varias orquídeas para adornar el coche y, en el súper, dos botellas de champán que estaban de oferta. También habilitó el sillón trasero con unos cojines de colores y colocó un altavoz para poner música de Los Panchos, de Luis Miguel y hasta de Adele, si se tercia. Carmela también está ilusionada con la nueva parejita y eso se nota en la forma que tiene de pasar la fregona, lo hace con un toque especial. Debe ser el amor que ha impregnado el ambiente.

Mientras tanto, las hermanísimas no saben qué hacer pero están tomando medidas. Úrsula ha llamado al médico de la familia para que examine a su hermano Terencio y firme un documento que confirme que el hombre no está en sus cabales y que, por tanto, lo que pretende la Padilla es aprovecharse de él. Brígida, que en esto se ha puesto del lado de su hermana, ha pedido ayuda a una vidente, Lucecita Clara. Al parecer no hay nadie mejor capaz de ver el futuro con tanta precisión. Ambas confían en que lo vea todo negro, muy negro.

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