Los vecinos

Los vecinos
Aquí estamos los vecinos del edificio. Ilustración: Axel de la Rosa

domingo, 6 de abril de 2014

EL CAZAFANTASMAS

Como diría Mario, el del centro fotográfico de la placita, lo de esta semana ha sido para enmarcar. Y no exagera. 

Al Clan Destino le salió el tiro por la culata. Chicho lleva casi una semana atrapado en el piso de Dolors y Bartomeu, de donde no puede salir porque, si lo hiciera, descubrirían que la historia que les contó fue un invento para asustarlos y hacer que abandonaran el edificio. Harto de seguir fingiendo ser el duque de Abona, antepasado de Añaterve, el pasado martes intentó fugarse pero Úrsula logró que Carmela lo interceptara y le advirtiera de que si huye el clan corre el riesgo de acabar en comisaría. Al hombre no le convenció mucho ese argumento pero sí y, mucho, el dinero que le prometió la hermanísima si aguantaba en el piso de los propietarios hasta que encontráramos un plan B. 

Debo reconocer que yo estoy muy preocupada con esta historia del falso antepasado y, por eso, le comenté al clan que lo mejor era confesar que Chicho no era un duque y dejar que los catalanes sigan en el edificio. “Ya se les pasará la fiebre de las circulares y de las consultas vecinales”, les dije pero Úrsula, Brígida, Carmela y Bernardo creen que si no los echamos ahora, no se irán nunca y terminarán haciéndonos la vida imposible. 

Mientras nosotros ideábamos qué hacer para poder sacar al pobre Chicho de aquel piso, la Padilla se puso en contacto con un amigo de su hijo que es experto en cazar fantasmas. Después de haber espiado por la escalera la conversación de la casa de Dolors, piensa que la historia de Chicho como antepasado fantasma es cierta. De hecho, una de estas mañanas, cuando volvía de la pescadería, le dijo a Carmela que le tiene verdadero pánico a los espíritus. Carmela, que no pudo confesarle que se trataba de una farsa, le siguió el juego e intentó convencerla de que el duque de Abona es inofensivo y buena persona.

- Si quieres te lo presento. Ayer hablé con él y es muy normal- le mintió, mientras restregaba la escalera con la lejía de olor a rosas frescas, naturales de Santa Coloma de Gramanet, que le ha obligado a comprar la Primera Dama, en el 'Rincón Selecto' de la tienda de la esquina.

- No quiero que le hables siquiera de mi. Y aparta, insensata. Ese hombre acabará con todos nosotros cualquier noche mientras estemos dormidos- le dijo aterrorizada y derramando de una patada el bote de lejía sobre la escalera.

El cazafantasmas llegó el jueves al edificio, después del almuerzo. Me lo encontré en el portal y me preguntó por la Padilla, así que enseguida supe que se trataba de él. Mientras el hombre esperaba por el ascensor, corrí escaleras arriba a avisar a Úrsula que ya había ideado otro plan para interceptar al cazador antes de que metiera la pata. 

En menos de cinco minutos, la Padilla, Tito y el cazafantasmas aparecieron en el rellano de la puerta de los propietarios. Pero allí estábamos las hermanísimas, Carmela y yo, a modo de muralla, para que no cometieran la locura. La Padilla nos pidió asombrosamente por favor que nos apartáramos pero Úrsula le dijo que estaba a punto de cometer una locura de la que terminaría arrepintiéndose. 

- Aparta de esa puerta, imbécil- gritó la Padilla. 

El cazafantasmas, que más parecía un buzo a punto de iniciar la inmersión en aguas pantanosas, empezó a accionar la manguera que le salía de una mochila que llevaba a modo de caparazón de tortuga.  

- Como me ensucies la escalera, te mato- le espetó Carmela con los brazos en jarra y recordando que tras el incidente del día anterior, apenas le quedaban dos tapones de la lejía deluxe.

La Padilla no hizo caso a las advertencias, nos apartó a todos de un manotazo y golpeó la puerta hasta que Dolors abrió. Al vernos a todos allí, preguntó qué pasaba. 

- Venimos a cazar al fantasma- dijo la Padilla sin anestesia.

- Ella siempre tan graciosa. Es una broma- interrumpió Úrsula, intentando desviar la atención. 


Dolors puso cara de “voy-a-escribir-otra-circular-para-prohibir-que-me-molesten-a-la-hora-de-la-siesta” pero, en ese momento, divisó al señor cazafantasmas y preguntó quién era.

- ¡Es el hombre del gas!- gritó Brígida- Ha venido a revisar las instalaciones. 

Úrsula estuvo a punto de darle un beso a su hermana por haber estado tan espabilada para salvar la situación pero sin dejar tiempo a nada, Dolors agarró al pobre hombre y lo metió en su piso, mientras le decía: “Con usted quería hablar yo; no me funciona el calentador del baño”. Cerró la puerta y nos dejó a todos con cara de tontos. 

Durante el tiempo que aquella puerta se mantuvo cerrada ante nuestras narices, nadie dijo nada. Ni siquiera respiramos. A los veinte minutos, que parecieron más de trescientos, el buzo salió.

La Padilla se abalanzó sobre él y le preguntó qué había pasado allí dentro. 

- Tiene la salida del gas obstruida- dijo y salió corriendo escaleras abajo como alma que lleva el diablo.

Lo que está claro es que Chicho lo tiene complicado para salir de aquel piso. Después de casi una semana, "retenido", Dolors y Bartomeu lo tratan a cuerpo de rey, lo que es un alivio. La suerte es que le han dejado la habitación que da al patio y gracias a eso podemos comunicarnos con él. Úrsula le ha dicho que sea fuerte y aguante un poco más mientras se nos ocurre un plan. Y, de momento, aquí seguimos, pensando cómo rescatar al duque de Abona.  


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