Los vecinos

Los vecinos
Aquí estamos los vecinos del edificio. Ilustración: Axel de la Rosa

miércoles, 11 de noviembre de 2020

BUENAS NOCHES WISCONSIN

En el edificio ya tenemos de todo. Un taxista, el hijo de una peluquera, un cerdo, una presidenta muy mandona y, ahora, un leñador. Así es como Carmela llama a Eisi desde la fallida conexión la semana pasada con el programa Wisconsin Save Me, en la que doña Monsi no pudo valorar las elecciones de Estados Unidos por problemas con la traducción. Según Carmela, nadie mejor que Eisi para hacer leña del árbol caído. Y exactamente eso fue lo que hizo nuestro vecino. 



- Me enteré de que antes de despedir la conexión, Eisi habló con el productor del programa y se ofreció como reportero para contar los “chanchullos” del edificio a la audiencia de habla hispana de Wisconsin- dijo Carmela que acababa de agarrar por sorpresa dos pelusas en caída libre por las escaleras.
 
- ¿De qué chanchullos hablas?- preguntó María Victoria mientras le daba un par de billetes a un tipo que le había entregado un paquete.
 
- ¿Chanchullos?, dices mientras clavas en su pupila tu pupila marrón. ¿Y tú me lo preguntas? Chanchullo… eres tú- le respondió la Padilla saboreando una galleta Príncipe de Beckelar ¿O era de Bécquer?
  
Tras la revelación de Carmela, decidimos hacer un seguimiento intenso durante el fin de semana a los movimientos sospechosos de Eisi y llegamos a la conclusión de que lo que nos había contado era totalmente cierto. El nuevo reportero estrella del programa más amarillista de Wisconsin vivía en nuestro edificio. Lo corroboramos la misma noche del domingo cuando Eisi, vestido con una camisa de leñador a cuadros negros y rojos, hizo su primer directo desde el rellano del piso de doña Monsi. 
 
-¡Buenas noches Wisconsin!- gritó Eisi como si fuera a presentar los MTV latinos- Aquí, detrás de esta puerta que ven a mis espaldas vive la presidenta chanchullera. 
 
Úrsula y Brígida, las hermanísimas, no daban crédito a lo que estaban viendo y menos cuando Eisi anunció que estaba a punto de hablar con una persona que había sufrido en sus propias carnes el desprecio de la protagonista de la noche. El nuevo reportero internacional extendió el brazo y metió a María Victoria en el plano. Tapada con una mascarilla donde llevaba impresa la sonrisa de Kamala Harris, miró a cámara y guiñó un ojo.
 
- Buenas noches, María Victoria. Usted conoce bien a la presidenta de este edificio. Cuéntenos qué descubrió ayer.
 




Ella saludó como lo hizo Kamala el día en que los resultados dieron vencedor a Joe Biden.
 
- Puede llamarme Mary Victory- dijo la mujer que recibió un pisotón avisador de Eisi- Ah, sí... Verá, una fuente mía muy fiable me sopló que doña Monsi se reunió hace unos días con un brunch de abogados.
 
- ¿Brunch?

-  Ay, perdón, quería decir bufete.

- ¿Y eso?

- Bueno, vale ¿Es que nunca te has equivocado o qué? -preguntó molesta María Victoria- ¿Ahora me vas a decir que eres perfecto? ¿Eh? ¿Eh? ¡Vamos, hombre!

- Tranquila, tranquila. Me refería a lo de los abogados. Que para qué se reunió con ellos.

- Ah... sí... bueno pues para -mirando a cámara hizo una pausa y continuó- hacer un cambio en los estatutos de la comunidad y que su cargo como presidenta sea, como canta don Patricio, Pa’ toda la vida. 

En ese momento, Mary Victory se puso a bailar cogiendo a Eisi por la cintura.
 
El improvisado baile fue amenizado por un grito de sorpresa de los vecinos que seguíamos el directo en vivo desde el hueco de la escalera y que, por la intensidad, debió escucharse no solo en Wisconsin, sino en Nevada, Pensilvania y también en Canberra al norte de Australia.
 
- Impactante revelación la que hemos tenido en directo- dijo Eisi, acercándose cada vez más a la cámara y mostrando la cicatriz abullonada que le dejó impresa, pa' toda la vida, el Cortauñas, su compañero de celda en 2005.
 
A la Padilla, que días antes nos había confesado que aspiraba a la presidencia de la comunidad en las elecciones que tenemos en enero, le entró un hipo nivel máximo y se quejó por haberse tenido que enterar de las tretas de doña Monsi por la tele. 
 
- Esto es todo, mi gente- se despidió Eisi- No se pierdan lo que tengo preparado para la próxima semana cuando conoceremos al Señor Dobleuve, alguien que sabe muy bien de qué pie cojea la presidenta de este edifico. Y ya les anuncio que no es el derecho ni el izquierdo.
 
La conexión terminó con la repetición del Pa' toda la vida en versión disco.  

Nerviosa y atragantada por el hipo cada vez más asfixiante, la Padilla se acercó a Eisi, controlando los dos metros de distancia. 
 
- Tene-hip-mos que denunc-hip-arla cuanto antes- dijo por trozos.

- ¿A quién?- preguntó María Victoria que seguía con la sonrisa de Kamala puesta.

- ¡A la tramposa!- gritaron las hermanísimas. 

- Calma, señoras. No se me revolucionen- pidió Eisi mientras recogía la cámara y los focos.

- ¿Calma? ¡Hip!- preguntó la Padilla.

- ¡Hip, hip, hip! ¡Hurra!- gritó Yeison que en ese momento entraba de la calle. 

- Este niño no es más tonto porque no se entrena- lamentó Brígida a tiempo para escuchar la coletilla de María Victoria, que seguía al ritmo de don Patricio.

- ¡Hurra!
 
Casi sin aire, la Padilla dio los cinco pasos que la separaban de la puerta de doña Monsi y empezó a aporrearla. Eisi corrió hacia ella y le pidió que parara. 
 
- Déjala. La presidenta tiene que explicarnos sus chanchullos con los abogados- gritó Brígida.

- Por favor, señoras, cálmense- insistió Eisi- ¿No se habrán creído lo que hemos contado?

- Que ha sido un montaje, bobitas- se río Mary Victory Harris.
 
A la Padilla se le quitó el hipo de golpe.
 
- ¿Cómo dices?- preguntó.

- Nos inventamos lo de los abogados- confesó Eisi.

- ¡Le han mentido a los americanos!- exclamó Brígida persignándose hasta cinco veces.

- Es la única forma que tenemos para lograr audiencia.

- Menuda panda de delincuentes. ¡Tengo la tensión a 20!- se quejó la Padilla con la vena del cuello igual de gruesa que la cicatriz de Eisi.
 
En mitad del revuelo, la puerta de doña Monsi se abrió y surgió la figura diminuta de la presidenta. 
 
- Tú- señaló a Eisi- prepara la cámara y los focos. Me acaban de llamar del programa ese de Wisconsin. Por suerte tienen una edición española y quieren que les cuente mi experiencia como presidenta y mi relación con un tal Dobleuve. Supongo que se referirán a Wenceslao, uno de los abogados del bufete que he contratado para unos cambios que quiero hacer. 
 
Aquellas palabras cayeron como el tronco de un árbol sobre Eisi al que la cara se le quedó como su camisa: a cuadros. A su lado, Kamala seguía con la eterna sonrisa. 

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