Al Clan Destino le salió el tiro por la culata. Chicho lleva casi una semana atrapado en el piso de Dolors y Bartomeu, de donde no puede salir porque, si lo hiciera, descubrirían que la historia que les contó fue un invento para asustarlos y hacer que abandonaran el edificio. Harto de seguir fingiendo ser el duque de Abona, antepasado de Añaterve, el pasado martes intentó fugarse pero Úrsula logró que Carmela lo interceptara y le advirtiera de que si huye el clan corre el riesgo de acabar en comisaría. Al hombre no le convenció mucho ese argumento pero sí y, mucho, el dinero que le prometió la hermanísima si aguantaba en el piso de los propietarios hasta que encontráramos un plan B.
Debo reconocer que yo estoy muy preocupada con esta historia del falso antepasado y, por eso, le comenté al clan que lo mejor era confesar que Chicho no era un duque y dejar que los catalanes sigan en el edificio. “Ya se les pasará la fiebre de las circulares y de las consultas vecinales”, les dije pero Úrsula, Brígida, Carmela y Bernardo creen que si no los echamos ahora, no se irán nunca y terminarán haciéndonos la vida imposible.
- Si quieres te lo presento. Ayer hablé con él y es muy normal- le mintió, mientras restregaba la escalera con la lejía de olor a rosas frescas, naturales de Santa Coloma de Gramanet, que le ha obligado a comprar la Primera Dama, en el 'Rincón Selecto' de la tienda de la esquina.
- No quiero que le hables siquiera de mi. Y aparta, insensata. Ese hombre acabará con todos nosotros cualquier noche mientras estemos dormidos- le dijo aterrorizada y derramando de una patada el bote de lejía sobre la escalera.
- Aparta de esa puerta, imbécil- gritó la Padilla.
El cazafantasmas, que más parecía un buzo a punto de iniciar la inmersión en aguas pantanosas, empezó a accionar la manguera que le salía de una mochila que llevaba a modo de caparazón de tortuga.
- Como me ensucies la escalera, te mato- le espetó Carmela con los brazos en jarra y recordando que tras el incidente del día anterior, apenas le quedaban dos tapones de la lejía deluxe.
La Padilla no hizo caso a las advertencias, nos apartó a todos de un manotazo y golpeó la puerta hasta que Dolors abrió. Al vernos a todos allí, preguntó qué pasaba.
- Ella siempre tan graciosa. Es una broma- interrumpió Úrsula, intentando desviar la atención.
Dolors puso cara de “voy-a-escribir-otra-circular-para-prohibir-que-me-molesten-a-la-hora-de-la-siesta” pero, en ese momento, divisó al señor cazafantasmas y preguntó quién era.
- ¡Es el hombre del gas!- gritó Brígida- Ha venido a revisar las instalaciones.
- Tiene la salida del gas obstruida- dijo y salió corriendo escaleras abajo como alma que lleva el diablo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario