Los vecinos

Los vecinos
Aquí estamos los vecinos del edificio. Ilustración: Axel de la Rosa

lunes, 16 de enero de 2017

A MEDIO GAS
Doña Monsi ha regresado de sus vacaciones y lo ha hecho con ideas renovadas. Nada más bajarse del avión, encendió el móvil, llamó al edificio y puso en marcha la primera medida de la temporada: instalar un nuevo ascensor de uso exclusivo para las mujeres. Obviamente, la ocurrencia causó indignación entre el colectivo masculino, que calificó esta decisión como una verdadera "estupidez". El que más se enfadó fue Eisi; no solo porque vive en el ático, sino porque cree que limitar su uso atenta contra la ley de igualdad.
-Esta señora ¿de qué va? -lanzó la pregunta al aire cuando vio a dos tipos con las letras de la empresa bordadas a la espalda y encajando un aparato en el hueco del ascensor.
-No se puede restringir el uso del ascensor por cuestión de sexo -se quejó Bernardo, el taxista.
-¿Que van a prohibir el sexo? ¿En el edificio? -preguntó asustada Úrsula.
-No, señora. No se preocupe, aunque, en su caso, debería darle igual. A saber cuánto hace que no "tikitiki" -dijo Eisi.
-Por favor, qué falta de tacto con mi hermana -le interrumpió Brígida, ofendida.
-Falta de tacto es la que tiene ella -se rio Eisi, mientras hacía unos gestos raros.
-¡Bueno, vale ya! -gritó la Padilla-. Esta conversación se está saliendo de madre y no va a terminar bien.
-Eso. Aquí la cuestión que nos afecta es que han puesto un ascensor que no podemos usar los chicos -se quejó Bernardo.
-¿Chicos? -preguntó con ironía María Victoria, embutida en los "leggins" de la Kardashian que le habían traído los Reyes.
La verdad es que yo tampoco veo a Neruda, a Eisi y a Bernardo como chicos, pero eso no era lo verdaderamente importante de la discusión. La esencia estaba en que se trataba de una medida ridícula.

Esa misma tarde, la Padilla llegó del veterinario con Cinco Jotas, a donde lo había llevado porque lo notaba un poco cansado. Allí le dijeron que al cerdo le sobraban al menos tres kilos.
-¡Alto ahí! ¿Dónde crees que vas? -le gritó doña Monsi de pie, al lado de una garita que había instalado en el portal con un vigilante dentro.
-A mi casa -contestó la Padilla entre jadeos de Cinco Jotas, que sudaba como un auténtico cerdo a cada paso que daba.
-Tú, puedes. Él, no -dijo la presidenta-. Es un hombre.
-¿Un hombre? -preguntó Carmela, que intentaba desincrustar las huellas de los camellos de las escaleras.
-Él pertenece al sexo masculino -sentenció el vigilante, señalando a Cinco Jotas.
Ante aquella situación absurda, la Padilla no tuvo más remedio que subir por las escaleras. Tardó tres horas y veinte minutos en llegar a su piso. Carmela se ofreció a hacerles un juguito de bellotas al pobre animal.
Los problemas no tardaron en llegar. El jueves por la mañana, María Victoria se quedó sin gas en casa y tuvo que llamar al butano. Sí, ya lo sé. Es increíble. En este edificio todavía funcionamos a gas y así nos va. Un par de horas después, un señor con una bombona al hombro entró en el portal y pulsó el botón del ascensor. Como si hubiera saltado una alambrada, de repente, empezó a sonar una alarma que se escuchó en diez kilómetros a la redonda.
-¡Manos arriba! -gritó el vigilante.
-No puedo -dijo el butanero.
-Lo que no puede es subir por el ascensor. Es solo para mujeres.
-¿Bromea?
En medio de la discusión, María Victoria, alongada al hueco de las escaleras, le apremiaba porque tenía el potaje al fuego pero sin fuego.
-Señora, no me dejan subir por el ascensor -se quejó-. Y yo ya no tengo cuerpo ni edad para cargar con este peso por las escaleras.
-Pues vaya usted caminando y mande la bombona por el ascensor -propuso Carmela.
-¿Sola? -preguntó el hombre.
-Sí. Es del género femenino: una bombona. Así que ella sí puede ir en el ascensor.
El butanero no lo dudó e hizo lo que le indicó. Cuando ya había colocado la bombona, el vigilante se abalanzó sobre él como un felino y empezaron a forcejear. Carmela intentó separarlos pero fue imposible. En medio de la batalla, el ascensor se cerró y, desde entonces, no lo hemos podido volver a abrir. El aparato se pasa el día subiendo y bajando. Con la bombona dentro.

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