Los vecinos

Los vecinos
Aquí estamos los vecinos del edificio. Ilustración: Axel de la Rosa

lunes, 28 de diciembre de 2015

DE OTRA GALAXIA
Estas navidades serán inolvidables. Jamás podré borrar de mi mente la tarde del pasado día 24, cuando montamos el portal viviente en el edificio. A Eisi, que aprovecha cualquier ocasión para sacar tajada, se le ocurrió cobrar cinco euros por visita. Junto a Neruda y Torito, hacía de Rey Mago, pero eso no fue lo único que lo mantuvo ocupado.
Nada más empezar, nos sorprendió que hubiera una cola que daba la vuelta a la esquina. La Padilla se extrañó de que tanta gente quisiera entrar a ver nuestro portal pero, pronto, descubrimos que Eisi había hecho otra de las suyas.
-Oiga, ¿y Darth Vader? -preguntó una señora, acompañada de un niño que debía de ser su nieto.
-A ese no lo he visto -contestó la Padilla, ataviada de pastorcilla, y pensando que el tal Darth debía ser el caganer, por aquello de que doña Monsi es catalana.
Eisi no tardó ni un segundo en contarle a la señora que Cinco Jotas era en realidad Darth Vader, ya que, en la nueva película, se convertía en cerdo para luchar contra el claroscuro de las galaxias.
-¡Qué maravilla de guión! Anda niño, ponte ahí y te saco una foto con él -le dijo la señora a su nieto, después de pagar tres euros más y al tiempo que Eisi agarraba a Cinco Jotas, que, vestido de pastorcillo, se resistía.
-Ay, mi madre, el Eisi la ha vuelto a liar -le susurró Carmela a María Victoria, que había aceptado hacer de buey solo porque quería estrenar el abrigo de piel marrón que se había comprado por internet.
-¿Qué ha hecho ahora? -preguntó echándole el aliento, como buen cabestro, a una de las mellizas que hacía del niño Jesús.
-Ha colgado un cartelito anunciando que los protagonistas de Star Wars están en el belén y, claro, está todo el barrio haciendo cola -le contó.
-Hay que parar esta farsa -ordenó Úrsula.
-De eso nada, yo llevo ya cinco fotos y cuatro autógrafos como princesa Leia -dijo emocionada su hermana Brígida, que, para parecerse a la protagonista galáctica, se había colgado en las orejas dos de los rosquetes que le habían traído de Buenavista.
La que estaba encantada de ver a tanta gente era doña Monsi, aunque desconocía que aquella multitud no iba a ver el belén, sino a los protagonistas de la nueva entrega de la saga cinematográfica. Animada por los aplausos, la presidenta se lanzó a cantar "Jesucristo Superstar".
-Esta loca me va arruinar el "bisnes" -gritó Eisi, mientras le hacía gestos desesperados a Walter, que era el único que se mantenía firme en su papel de San José.
-Qué bien canta mi hermana -dijo orgullosa doña Eulalia.
-¿Es Yoda? -preguntó un chico de la cola.
-No, es María; bueno, en realidad es Monsi; bueno hoy es la virgen -intentó aclararle la mujer.
-¡No lo enrede más, señora! Es Yoda y punto -la cortó Eisi, gritando un desesperado "¡Código rojo total!" que era la señal para que Neruda y Torito le ayudaran a sacar a doña Monsi de allí.
-Los tres Reyes Magos cogieron en peso a la presidenta y la metieron en el cuartito de contadores. De la impresión, doña Eulalia cayó desmayada junto al pesebre como si fuera el recién nacido Jesús, pero a lo bestia. Carmela aprovechó la coyuntura para llevarse un ratito a las mellizas que estaban impertinentes y gaseosas.
-Doña Eulalia sustituye a las mellis un rato -le dijo Carmela a Walter, al que no dejaban de hacer fotos, pensando que era un caballero Jedi.
A las nueve de la noche, en medio del barullo, apareció un policía que pidió hablar con la presidenta.
-Está ocupada -dijo Eisi sin pestañear- ¿Qué pasa?
-Pues que, aparte del escándalo que están armando, también han colapsado la calle y hay un caos de tráfico que ni en carnavales, y me preguntaba si tienen permiso para todo este montaje -preguntó el agente.
Obviamente, la respuesta fue negativa, así que en ese mismo momento se acabó la fiesta y el portal quedó clausurado. Eisi pagó la multa con lo que había recaudado. Todavía le sobraron 57 céntimos. Antes de irse, el policía se sacó un selfi con Darth Vader (Cinco Jotas).
Neruda fue a liberar a doña Monsi del cuartito, pero seguía cantando y volvió a cerrar la puerta.

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