Los vecinos

Los vecinos
Aquí estamos los vecinos del edificio. Ilustración: Axel de la Rosa

lunes, 3 de agosto de 2015

UNA GRIPE MUY CERDA

Que al final doña Monsi fuera sola al viaje a Fuerteventura vino bien, porque la agencia de viajes le regaló una semana más de estancia en la Isla, con lo que la Padilla aprovechó para autoproclamarse presidenta sustituta. Los primeros días transcurrieron tranquilos, hasta que Cinco Jotas cayó enfermo con un resfriado o, al menos, eso fue lo que diagnosticó el médico cuando ella le relató los síntomas.

-Se pasa el día moqueando, suda mucho y está apagadillo -le contó la mujer sin aclararle que a quien se refería era un cerdo.

Con el lío de darle el paracetamol cada seis horas, hasta el miércoles la Padilla no tuvo tiempo para dedicarse a los menesteres del edificio, pero, cuando vio que el enfermo mejoraba algo, se lanzó a la batalla.

-Yo no creo que el cerdo haya mejorado. A mí me da que se lo ha cargado con tanta medicación humana y lo que pasa es que sigue vivo por inercia -comentó Carmela, temiendo lo peor.

-¿No sería mejor que llamásemos a algún científico de la NASA para que lo aísle? -sugirió María Victoria, desplegando su hipocondría-. Seguro que tiene la influenza porcina.

-Cariño, por favor, ¿ya has vuelto a mirar en Wikipedia? ¡Qué mujer esta! -se quejó Alberto, su marido, y nos confesó que él, cada dos días, cambia la contraseña del ordenador, pero ella, por la noche, se pone cariñosa y pasa lo que pasa.

Carmela se imaginó la escena de María Victoria haciendo morritos, embutida en un camisón de capullos de mariposa, y tuvo que pensar en otra cosa para sacarse de la cabeza aquella imagen. "Los mellizos van a salir traumatizados", murmuró tocándose la inmensa barriga.

El jueves, la presidenta se pasó todo el día fuera con Neruda y su sobrina Alegría, buscando unas carpas para la azotea, donde quiere montar una terraza de verano para dinamizar el edificio.

-Lo que me faltaba -gritó Carmela, temiendo que, al final, acabaría limpiando las escaleras también los fines de semana.

Sin embargo, a Eisi le gustó la idea porque pensó en los clientes a los que podría cobrar por cada viaje en el ascensor.

A media mañana, en plena modorra de agosto, unos estornudos continuos y persistentes alertaron a los vecinos.

-Provienen del piso de la Padilla, pero ella está fuera -apuntó Úrsula.

-¡Dios mío! Es el cerdo ese. Ha vuelto a recaer y nos va a infectar a todos -dijo María Victoria, que corrió más para llegar a su piso que el primero de la cola para el cásting de Bourne en el Auditorio. Allí cogió la mascarilla que usa su marido cuando fumiga.

Eisi tomó el mando de la situación y contó que, una vez, cuando estaba en la cárcel, tuvieron que aislar a un compañero por cuestiones olfativas y él lideró la operación porque ninguno de los vigilantes quería acercarse a él.

-A mí me daba igual y más desde que Chanito el "Puño Suelto" me rompió la nariz en una pelea -explicó.

-Pero esto es más peligroso. El cerdo está infectado con el virus N1H1 -aclaró María Victoria.

-Cariño, esto no puede seguir así. Mañana desconecto el ordenador -le amenazó Alberto.

-¡Silencio! -gritó Eisi con las manos estiradas-. Estoy al mando. Lo que hay que hacer es sacar al Siete Jotas ese del piso y encerrarlo en el ascensor hasta que vengan a llevárselo. Es el lugar más hermético de todo el edificio.

-Se llama Cinco Jotas -le corrigió Carmela, apenada por el animal.

-Siete, cinco... En unas horas será cero -sentenció Eisi.

La operación de aislamiento se desarrolló según lo acordado. Bernardo forzó la puerta del piso de la Padilla, el cerdo salió corriendo, Úrsula lo acorraló y Eisi lo encerró en el ascensor.

Un par de horas después, llegó la Padilla y se encontró a los sanitarios, forrados de pies a cabeza, tratando de abrir, sin éxito, la puerta del ascensor.

-Está atascada -dijo uno de ellos, mientras dentro se oía el eco de los estornudos.

Ya, de noche, los bomberos tuvieron que venir a rescatar a Cinco Jotas y se lo llevaron a una finca apartada, donde permanece en cuarentena. La Padilla no ha parado de llorar desde entonces y todos tememos que Cinco Jotas ya no volverá.

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