Los vecinos

Los vecinos
Aquí estamos los vecinos del edificio. Ilustración: Axel de la Rosa

lunes, 12 de enero de 2015

EL DESEADO MILAGRO DE REYES

Lo primero que hice esta mañana al levantarme fue mirar por la ventana hacia las montañas para comprobar si ya venían los Reyes Magos. No es que esté desesperada como los niños. No. Lo hice porque necesito hablar con ellos. Sí, con los tres. He pensado pedirles que, por favor, se lleven a doña Monsi a Oriente durante una temporada, unos meses, un año... O para siempre. La mujer es agotadora y en el edificio la cosa se está poniendo fea. Es increíble cómo dentro de ese cuerpo tan menudito y frágil pueden caber tantas malas ideas. Lo último que se le ocurrió a la señora fue ordenar al pobre Neruda -que a todo le dice que sí- que electrificara la azotea para impedir que los Reyes puedan entrar al edificio esta noche.




-El año pasado forzaron la puerta que da a la escalera y rompieron las paredes -le dijo a la Padilla, justificando su decisión.

-Por favor, señora, esos no fueron los Reyes y tampoco fue el año pasado; ocurrió en las vacaciones de Semana Santa y era una banda de ladrones a la que llaman "Los de Oriente", pero porque vienen de Montenegro. No lo mezcle todo -le pidió la subpresidenta, que, además, es seguidora del Twitter de Gaspar.

De nada sirvió la discusión. Doña Monsi siempre tiene la última palabra. Esa misma noche, Neruda y un primo suyo de El Cardonal subieron a colocar el cablerío en la azotea y, desde entonces, las hermanísimas tienden las sábanas en la terraza que da al patio, con lo que esto parece Alcalá Meco en la época de fugas.

Bueno ya veremos que ocurre esta noche cuando lleguen los Reyes. Para evitar el accidente, la Padilla ha colgado -de forma clandestina- un cartel en una de las ventanas que da a la calle con el mensaje: "No utilicen la azotea. Peligro de muerte. Entren por la puerta del edificio".

-Espero que lo lean porque, si no se van a quedar como los tres punkies que tocaban en las fiestas de mi pueblo -dijo Úrsula imitándolos y poniéndose el pelo de punta mientras sacaba la lengua.
Lo que al final quedó realmente para tirarse del pelo y de la ventana fue el temido discurso de Navidad de doña Monsi, que se emitió para todo el edificio la noche de Fin de Año, a la misma hora que las campanadas.

-Seguro que lo hace porque a esa hora hay más audiencia, ¿no? -dijo Carmela, a la que creemos que la lejía le está empezando a afectar definitivamente.

El miércoles cuando faltaban cinco minutos para la medianoche, Neruda nos llamó a todos para que subiéramos a casa de doña Monsi a ver el discurso que habíamos grabado con la súper 8. María Victoria y el príncipe Alberto fueron los primeros en llegar, pensando que habría algún canapé. Esta vez, María Victoria -temiendo los efectos de la laca de doña Monsi- llevó una mascarilla tuneada con las fauces de un león.

A las doce en punto, cuando a lo lejos se escuchaban las campanadas del reloj del Cabildo, Neruda accionó el vídeo y comenzó el mensaje:
"Vecinos todos y todas. Ha sido un año duro. Soy consciente. Pero el que está por llegar lo será más. Habrá que apretarse el cinturón, apagar las luces, gastar menos. Usar más las escaleras y pagar la cuota de la comunidad. Seré más estricta con las normas, porque solo así podremos convertirnos en un edificio ejemplar. El mejor del barrio. Vayan con Dios".

Fue una suerte que no tomáramos las uvas porque de la impresión nos hubiéramos atragantado. Como si acabara de escuchar un concierto de Madonna, Carmela empezó a aplaudir y gritó: "Así se habla". La Padilla la miró con tanta rabia que la mascarilla felina de María Victoria terminó pareciendo un gatito lindo a su lado.

Pero lo peor estaba aun por llegar. Aquella noche, doña Monsi ordenó a Neruda que emitiera el mensaje a cada hora en punto en el hilo musical del edificio.

- ¡Ya está bien de tanta tontería! -gritó Úrsula hastiada-. Qué ganas de que lleguen "Los de Oriente", pero los de la banda para que se la lleven de una vez.

Yo, en cambio, confío en que sean Melchor, Gaspar y Baltasar los que obren el milagro esta noche.

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